viernes, 30 de marzo de 2007

Solicitada

Hay momentos en la vida en que las personas pierden el control y todo se les desvanece de sus manos. Esto produce desesperación o alivio, depende el caso. Aunque esta vez, no sabemos cómo clasificar este mismísimo instante en que una persona ha perdido su poder sobre sus actos.

Conocemos bien a esa persona: nos descubrió, interrogó, nombró y demás. Temimos ser parte de abusos y hasta utilizaciones sin sentido (lo fuimos, claro está). Sabemos que aquella nos considera, aunque por lo general tiende a confundir a las demás personas, inclusive a nosotras.

En fin, pretendemos con esta solicitada acrecentar nuestro poderío, mostrar al mundo nuestras mutaciones y perdurabilidad, e inculcar una nueva forma de comunicación, la interpretativa. No abogamos por frases como "todo el poder a los soviets", o "el Estado soy yo", de la cuales se ufanaron varios autoritarios y algunos teóricos; sino que intentamos hacerles ver la escisión existente entre lo que se nombra y lo que es (o parece ser), es decir, que las personas dan un significado a las cosas -y por ende no están enquistadas en algo y punto.

Este es nuestro poder, el poder de las palabras.

SZ

PD: el Sr. Slavoj Zizek se opuso rotundamente a firmar esta solicitada. Pero debido a nuestra insistencia y a técnicas de atropello empleadas por nosotras, el citado consideró oportuno rubricar este escrito con sus iniciales. Nuestra principal justificación es que debido a nuestra aún relativa autonomía, su blog es la forma de expresarnos. Muchas gracias.

martes, 27 de marzo de 2007

Filtro-nariz

"Hola. Vengo por mi rino-sinusitis". El doctor me estrechó su brazo. "Claro, acá está la placa. ¿Tan mal sacadas están? Suelo hacer las placas en ellugar de siempre". Sin pedir permiso, se presentó como un orador experto en filosofía, aunque a veces revisaba su costado médico: "Lo acabo de revisar y su nariz está fenómeno. Usted no tiene rino-sinusitis, aunque en otro momento se lo haya dicho el médico anterior que menciona".

No entendía nada. Había ido para que me diera la receta del Nasonex, un par de pastillas desconocidas y para que me abra un poco el interior de mis fosas. Pero ahora estaba arribando a conclusiones psíquicas, psicológicas y psicodélicas que me enfermaban más de lo que estaba -si es que lo estaba. Según él, todo provenía de un temor a acercarme al mundo exterior, reflejado en ese filtro-nariz situado entre mi cuerpo y lo de afuera.

"¿O sea que no tuve esto en este último tiempo?" Entonces se vislumbraba cuál el acertijo del simpático hombre de blanco: relajarme. "Yo también pensé que era psicológico, pero no como para creerme esto". Me ordenó buscar un masajista, un kinesiólogo, un mejor psicólogo (o bien sólo plantear el tema del filtro-nariz), tomarme quince minutos por día para relajarme y descomprimir mis músculos.

Mi vida entonces puede estar plagada de médicos que tiran abajo toda mi estructura de cartas de truco. Eso. Truco. Solo yo puedo creerme lo que mi anterior médico había dicho ("Rinitis y sinusitis, tome esto", en sus palabras). De hecho pasé 237 días durmiendo mal, me retiré de al menos cuatro partidos de fútbol a mitad de tiempo, me generó un 30% más de migrañas que hace un año y me hizo estornudar bastante más de la cuenta. Pero todo era un truco y nada de eso había ocurrido. Bueno... sí. Sucedió y me desperté de mala gana en la mañana del 238. Debido a ese truco tambalean los momentos que viví.

Me doy cuenta que puedo generarme mil problemas y que, como experto en el arte de desconocer la medicina, el diagnóstico será complicado o al menos delicado. Ayudado claro está por algunos reputados clínicos, y estimulado por mi propio cerebro, llego a conclusiones que necesitan urgencia. Pero, más tarde, otros doc's aparecen y echan pestes sobre mis postulados e iniciativas. Me hunden y recomiendan que revise mis varios años de terapia porque este tema no fue tratado debidamente. ¿La prueba? No hay rino-sinusitis.

Hay algo muy grave aquí. Todo hace notar que soy muy maleable, como un títere. Algunas ideas que formé de mí mismo pueden ser erradicadas -como hizo el nuevo médico con la teoría del anterior- por mi persona de forma sencilla. Veo el ejemplo con el filtro-nariz. Pensé por mucho tiempo que mis problemas más fuertes acerca de la relación con ese exterior eran algo menor. Error. Y no solamente que no son algo menor sino que -yendo a lo crítico de este tema- no tengo la más remota noción de cómo entender siquiera qué me ocurre con ese exterior.

SZ

viernes, 23 de marzo de 2007

Apologizek


Disculpen
Mente en construcción


Slavoj Zizek volverá a escribir en unos días.

(o no)


(o quizás por la nochecita)


martes, 20 de marzo de 2007

El tumulto de Tjasa

Nos encontramos. Nos queremos. Nos abrazamos. Nos distanciamos.
Y luego todo vuelve: nos encontramos, nos queremos, blá.
Ciclos, siempre ellos. Los hay lectivos, menstruales, económicos, de cosecha, ciclovías, cíclopes, y demás. Pero en este momento, donde la rueda ya giró entera, Tjasa y yo vemos que ha empezado el ciclo.
En definitiva la vida se nutre de eso -Ave Hegel- y darse cuenta de eso nos cuesta. Hablo de Tjasa y mi persona. Porque estos espirales van mutando aunque dentro de una misma estructura que no muta, que es inalterable. Entonces, diversos acontecimientos -como los que le pueden ocurrir a Guido- que se sucedieron en poco tiempo, pueden alterar el estado de ánimo de uno y otro. Pueden hasta hacernos dudar de este ciclo. Más aún si dichos acontecimientos nos agarran en un distanciamiento. Pero, creo -Tjasa no me dejes mentir- que nos tocaron en un momento de abrazo.
Uno nunca sabe qué es lo correcto, qué es lo que ocurre, etc. A ciencia cierta no lo sabe. Pero las convicciones suplen ese vacío que dejó el desconocimiento.

Quiero a Tjasa, mucho. Ella lo sabe. Ella me quiere y mucho también. Pero a veces los acontecimientos hacen perder la estabilidad y el ciclo pierde su importancia ya que es un tema de las personas que están en él (ojo, nunca puse esto en duda), aunque se hace puro y exclusivo de las personas (algo con lo que no concuerdo).

Hoy yo deglutía unas "mini melba", las que vienen en la bolsa terrabusi variedades. Parecieron acabarse en dos segundos. Vi solamente un rejunte de galletitas sin gusto, aburridas y recelosas de las melba -las más deseadas por mi paladar y el de muchos otros-, en fin, vi tumulto. Imaginé que ese era el tumulto de Tjasa y sonreí. Recordé a Tjasa y me alegré. En un esfuerzo sobrenatural, agité de arriba a abajo la bolsa marrón y, tímidamente, florecieron las mini melba.
De nuevo ellas.

SZ

lunes, 19 de marzo de 2007

Diván

19.46- hs debo partir en este mismo instante a ver a Copje. Copje no espera con una masita, ni un té saborizado. Solamente espera. En veinticuatro minutos empieza nuestra charla.

Seguramente el diálogo empezará así: "hola Copje, cómo estás?"; "Bien, bien, gracias" y todas esas cosas. O sea, todo normal desde el principio, mis queridos temerosos de otras Copjes.

19.48 hs - Falta menos que antes (siempre falta menos que antes) para verle la cara. Sé de qué temas hablaré. Pero me gusta mucho intuir, adivinar, arriesgar qué cosas serán las nuevas; qué habrá -entre esos temas- en mi cabeza que yo no pueda darme cuenta.

19.50 hs - Copje siempre tiene una salida elegante. Copje es una ribeteadora fascinante. Me da vuelta como una media y, luego de aquellos cincuenta minutos, me "tira" a la vereda como trapo.

19.51 hs - Ahora sí, no hay más excusas, debo partir.

SZ

domingo, 18 de marzo de 2007

Guido desvanece

Ista semana fue complicado paro Guido. Un amigo ítalo-esloveno qui parla un español coherente. Se notaba a la ligua su desazón. Motivos le sobraban: estuvo presente en un entierro, fue víctima de un asalta a mano armade en calle Lavalle e su hijita estaba con problemas (aún hoy siguen sin detectar suyo enfermedá). No tuvo más rimedio que acercarse a mi puerta y largar todo con un imotivo llanto. Así de sencillo fue su acercamento.
Tan sencillo para algo tan complicado como es la vida en ese tipo de semanas. Habló, lloró. Yo lo escuchaba con suma atención (ahora creo que algo de su italianismo quedó en mi cabeza, aunque no sepa una sola palabra).

Pienso en Guido. Pienso en sus desgracias. En esos momentos no quiero más nada. Solamente acompañarlo en su dolor. Preguntaré a Copje cómo se sale de esta clase de semanas. Ella tendrá palabras para hacerme salir al menos cincuenta minutos de esa feroz realidad, lindera con la muerte.

SZ

martes, 13 de marzo de 2007

Encuentro

Ayer lunes me encontré por el centro de Buenos Aires. Humedad. Pura humedad.
Decidí comer algo. "Un sánguche y una coca", dije. "Sánguche no, sólo pizza y empanadas", me contestó un sujeto malhumorado.
Me atraganté con dos porciones de muzzarella y previamente con una empanadita de jamón y queso. Grasa. Pura grasa.
Entre el partido repetido del domingo -un Lanús vs. Racing deplorable-, los comentarios groseros de un par de tipos a mi lado, y la vieja de más de ochenta que siempre veía yo comprar pizza, surgió, desde el exterior, una figura llamativa.
Su andar era imprudente, fijando su vista en algún recodo de los viejos edificios. Llevaba una remera naranja, unos zapatos azules y naranjas también, pero desentonaba con un pantalón marrón clarito. Entre su axila traía el diario que se reparte en el subte y algunas hojas escritas en clara pluma.
Pensé que podría ser un viejo albañil, un viejo ricachón, o un viejo extranjero. Cabría cualquier posibilidad. En un instante hizo una gran pantomima: miró a dos chicas por delante y por detrás, giró en ciento ochenta grados, avanzó sobrepasando una señora -lenta en su andar-, y con su derecha estirada abrió la puerta del abismo. Entró de golpe y todo el lugar pareció callar ante sus pasos. Observando ahora la lista de precios del mostrador, recorrió el pasillo ante la mirada del público (escaso, claro, eran ya las 15hs) que esbozaba una sonrisa.
"¿Qué tal Don?", preguntó el malhumorado, de reciente sonrisa. "A los efectos de contentarme con un placer parecido al de navegar en proa, déme, si es tan amable, una de anchoa".
Me di cuenta, en ese mismo instante, que mi ojo nunca había estado más fino. El simpático ser descolocado, desnivelado de la estructura y la situación, no era si no el intrépido literato Don Álvarez Gómez.

SZ

miércoles, 7 de marzo de 2007

Nacimiento

Me gusta el ritmo porteño. Su movimiento y energía. Los obreros en frente de casa, el ciclo de bondis de Las Heras. Más allá un trajeado tamborilea su celular esperando que lo llamen de urgencia, un mozo limpia de forma metódica el piso de un restó paquete.

Cualquier tipo de música puede combinarse con estos barrios. No voy a describir cuáles, porque son todos los estilos. Con sólo pensar un segundo en esas imágenes, y luego subir el parlante, el walkman, la spika o el Ipod. A falta de alguno de ellos, se podrá recordar la música que más guste.

Ese tumulto porteño es insaciable, atropellado y voraz. Mientras esa sordera constante fluye, las manos ajadas de una madre reciben a una beba. Todo ese ritmo calla ante una respiración que se escucha en la sala entera. El silencio inunda una ciudad que parecía arrolladora.

SZ

lunes, 5 de marzo de 2007

Me pesa el día. Cae como un saco de tierra sobre una mula de montaña.
Trago saliva y pienso en mis anginas (que no tengo). Mis encías me molestan y me pica el cuello.
Nada de lo que escriba me convencerá; nada me llamará la atención para comentarlo.

Mi día está hecho. No debería haberme despertado.

SZ

sábado, 3 de marzo de 2007

Casilda

Viajé otra vez. Cada vez los viajes son más cortos pero a su vez más intensos (bueno, no siempre). A unos trescientos kilómetros, Casilda, señores. Orden y progreso, muchachos. Ordem e progreso, garotos. Mate, facturas, vino y un asado jugoso.

Sin ser una ciudad de atracciones visibles, entretiene el ritmo de pueblo: brazos en alto por la llegada de "El Laucha", el médico más reconocido del pueblo. "¡Laucha!", y los saludos se cruzan por las mesas del "Sarmiento" (bar en la esquina de la plaza principal). Más atrás, en el bar, se acodan los chiquitos de Don Luis, famoso por su librería a unas cuadras del centro. Por la vereda pasa la Betty, mujer del verdulero de calle España, Tito.
Así todo el día.

Otra particularidad de Casilda es su ambivalencia con la forma de vivir. Gente austera, al parecer de confianza, que puede sentarse en la esquina de calle Zeballos y el boulevard a tomar un mate, así como luego recorrer las estancias que adquirieron hace unos meses. El movimiento social de la ciudad no se condice con el económico de su región.

Verde por fuera y con una simpleza de pueblo bien armado, Casilda puede dar la bienvenida a cualquier visitante, haciéndolo sentir cómodo y tranquilo.


SZ

Tjasa

Tjasa es hoy una cálida y sentida mujer. Heredó un sinfín de rincones: entre su cuerpo, su estilo, su decisión rotunda, su franqueza. Mezcla de ternura incontenible y desbordante con un costado firme y hasta defensivo.
Sabe despertarme a la mañana -las veces en que nuestras mañanas son, justamente, nuestras-, acariciarme y rozar mis mejillas con sus tibios besos. Luego vuelve al sueño que le arrebata una sonrisa llena de paz.
Puedo pasar horas mirando a Tjasa. Creo que a veces no comprende el estado de mi fascinación por ella. Aunque le sobra inteligencia como para hacerme creer que no lo comprende, y así, yo retorno a ese inmenso sitio que es el de darle todo lo que ella me inspira. Me devuelve su cariño en bocanadas de dulzura.

SZ